El 15 de abril de 2001, Gastón Mazzacane corrió el Gran Premio de San Marino, en Imola. Fue la última vez que hubo un piloto argentino en la grilla.
Un día como hoy, hace 20 años exactos, un piloto argentino largaba por última vez un Gran Premio de Fórmula 1. El campeonato mundial de pilotos, máxima expresión deportiva de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) no tiene pilotos de Argentina hace dos décadas. Sin dudas, esta ausencia en la Fórmula 1 es una clara muestra de que el automovilismo en Argentina, por varios factores pero principalmente por el económico, se construye hacia adentro. Las constantes caídas económicas, las devaluaciones, la falta de recursos genuinos detrás de un plan, se conjugan para que los 20 años que han pasado no tengan un corte cercano.
Lo único que el automovilismo pudo aportar en estos tiempos es semillero y talentos jóvenes que en idéntica medida trabajan sus proyectos mirando el futuro adentro y pocos hacia afuera. Y lamentablemente, a fuerza de ser realistas, con el talento sólo no alcanza, ya que se necesita talento y además una billetera con millones y millones de dólares. También Brasil siente el golpe de los vaivenes en la economía y hace ya algunas temporadas que no tiene representantes. No es consuelo.
LA ULTIMA DE GASTON MAZZACANE
Fue el domingo 15 de abril de 2001 en el Gran Premio de San Marino, en Imola (casualmente en donde será este fin de semana el próximo GP de la Fórmula 1). El argentino, con el Prost Acer número 23, tuvo su última carrera en el equipo francés, antes de ser reemplazado por el brasileño Luciano Burti, quien era tester de Jaguar en ese momento. La Pole position fue de David Coulthard con McLaren Mercedes y fue la primera victoria de Ralph Schumacher en la Fórmula 1 con Williams. Mazzacane fue 20mo en la clasificación, largó desde ese lugar el GP en el que giró 28 vueltas y tuvo que abandonar por un problema hdráulico en su endeble Prost Acer.
EL SALTO DESDE MINARDI
La historia de 2000 con el primer año en Minardi es conocida. Un par de buenos resultados (con la escala de hoy hubiera sumado puntos) y confiabilidad a costa de lentitud y poco desarrollo. Para 2001 el salto era prometedor. Desde el inicio del proyecto la incertidumbre por el rendimiento de los autos de equipo de Alain Prost era lo que martirizaba el camino del grupo francés. Los motores Ferrari y el aval del gran campeón de la Fórmula 1 sirvieron para que se acerque en el tramo final de su carrera Jean Alesi como piloto principal. Gastón Mazzacane llegó a Prost Acer (así se llamaba el team oficialmente) de la mano del principal sponsor que era la cadena televisiva estadounidense de deportes llamada Panamerican Sports Network (PSN).
El proyecto de Prost pareció convincente en la previa pero en la pista y durante toda la temporada 2001 fue un fracaso económico y deportivo. El primer fusible de ese fracaso fue la corta temporada del piloto argentino quien se despidió para siempre de la Fórmula 1 el soleado domingo 15 de abril de 2001 en el Gran Premio de San Marino, en Imola, Italia, hace hoy 20 años.
FIN DE SEMANA MUY ESPECIAL
Aquel fue un fin de semana muy particular. Imola tiene magia, tiene un encanto que va mas allá del tormentoso recuerdo de Tamburello y la tragedia de Ayrton Senna. El circuito, el ambiente, la ciudad, el parque y la arquitectura casi intacta de los ’80 lo hacen distinto. El tiempo en aquel fin de semana no ayudó nunca. Fresco, húmedo y con lloviznas hacían crecer las dudas acerca de lo que podía pasar en el momento de la carrera. Por lo menos hubo algo de sol el domingo.
Mazzacane sin saberlo, afrontaba su última competencia dentro del gran Circo. Aunque en el fondo, él sabía que todo dependía de los resultados y en las tres primeras fechas del año (Australia, Brasil y Malasia) solamente en Sepang había logrado llegar. Después, siempre tuvo que parar por algún problema tanto en Melbourne como en Interlagos.
EL VIAJE DE HUGO MAZZACANE
Para la carrera en Imola viajó su padre, Hugo quien curiosamente no estuvo en la mayoría de los Grandes Premios junto con su hijo. Los Mazzacane pudieron disfrutar juntos como pocas veces antes, aquel compromiso en Italia. Quizá la presencia de Mazzacane padre ayudó a contener algo a Gastón. Pero la realidad es que los dos se movieron siempre muy independientes.
El sábado Mazzacane clasificó 20º con el Prost que llevaba motores Ferrari, delante de Jenson Button con Benetton por ejemplo, pero seguía atrás con el auto del equipo francés.
El español Fernando Alonso con Minardi, quien había sido tester en la época de Gastón en ese equipo, largó 18º. Mazzacane tuvo una mala largada de una carrera que no dio para más de 28 vueltas cuando debió abandonar por un problema hidráulico.
En cuatro Grandes Premios, tres abandonos. Las luces de alarma amarillas pasaban a ponerse rojas. Los argentinos que estuvimos en aquella carrera sabíamos que el final estaba cerca. Pero no teníamos más certezas. Llegaba el Gran Premio de España.
SE VEIA VENIR
No era fácil convivir en el equipo francés. Además el contraste con la hospitalidad y camaradería italiana de la familia Minardi del año anterior. Eso dolía. De hecho, el grupo que siempre estuvo en las carreras con PSN seguíamos almorzando o tomando café en el restaurante italiano. El sábado al mediodía de Imola bajo una fuerte llovizna Hugo Mazzacane, vestido con campera del equipo, por poco no lo dejaron entrar a comer en el equipo Prost. Eran duros y antipáticos y ese estilo tan francés terminó jugándole mal a Prost, que terminó fundido. A los resultados me remito. Hago la salvedad que el fracaso no fue por el genio de los franceses, sólo que eso complicó más las cosas con la continuidad de Mazzacane en la estructura. Tampoco la pasó bien Jean Alesí en la última parte de su carrera deportiva.
LA AGONIA DEL FINAL
Terminada la carrera que ganó Ralph Schumacher con Williams, Mazzacane regresó a Buenos Aires. Si bien era un secreto a voces que Prost no lo quería más en el equipo, el argentino sin embargo volvió a Europa e incluso hubo pruebas en Silverstone para tratar de mejorar el auto. Todo aparentemente seguía igual. O no tanto…
LA LLAMADA DE PEDRO DE LA ROSA
Un jueves a la noche, una semana antes del Gran Premio de España cenábamos con nuestro compañero de Carburando Internacional-PSN, Víctor Pérez Seara en un restaurante de Barcelona. Estábamos alertas por lo que podía pasar porque intuíamos que la cosa no venía bien. Antes de definir el menú, un llamado del piloto español Pedro de la Rosa nos alertó sobre la posibilidad inminente de la llegada del brasileño Luciano Burti desde Jaguar al equipo Prost. De La Rosa tenía la información precisa. Había sido piloto tester de Prost a en pretemporada y terminó corriendo en el equipo Jaguar junto al excéntrico Eddie Irvine. Luciano Burti, era tercer piloto del equipo verde inglés. El tema de la falta de presupuesto se agravaba y el principal patrocinador se había atrasado en unos pagos.
Antes del postre otra llamada confirmó lo que suponíamos: Imola había sido la última carrera con un argentino en la Fórmula 1.
Como consuelo habrá quedado que Mazzacane que corrió sin saber que era su última vez. Por más que se lo veía venir, no fue prolija su salida por parte de Prost. Porque tampoco Burti brilló en ese equipo, incluso el brasileño casi se mató en el Gran Premio de Bélgica por un terrible accidente sobre la recta opuesta.
LO QUE SIGUE
Pasaron 20 años de aquel momento y seguimos sin pilotos argentinos en la categoría más importante del automovilismo mundial. Los intentos que siguieron fracasaron. Los esfuerzos económicos y personales no han alcanzado. El egoísmo de muchos, la impericia y principalmente la falta de dinero ha impedido la proyección de nuestro automovilismo al plano internacional. Estamos viviendo el mayor lapso de tiempo sin pilotos en la Fórmula 1. Nunca antes había pasado de llegar tantos años. Y lo peor es que no solamente hemos sufrido este tiempo sin disfrutar de un piloto argentino, sino que las perspectivas no son ni en el mediano plazo como para cortar la racha. Hay mucho por hacer. Lo principal, mirar al mundo en vez de mirar el propio ombligo y trazar un plan posible, una vez que se encuentre la llave fundamental que abre todas las puertas: esa llave son decenas de millones de dólares.